"La revolución impensable" Troulliot
"Por tanto, la Ilustración exacerbó la ambigüedad fundamental que dominaba el encuentro entre el discurso ontológico y la práctica colonial. Si los filósofos reformularon algunas de las respuestas heredadas del Renacimiento, la pregunta «¿Qué es el Hombre?» siguió tropezando contra las prácticas de dominación y de acumulación económica. La brecha entre la abstracción y la práctica creció o, mejor dicho, la manipulación de las contradicciones entre las dos se hizo mucho más sofisticada, en parte porque la filosofía ofrecía tantas respuestas corno la propia práctica colonial. La era de la Ilustración fue un momento en el que los negreros de Nantes compraron títulos de nobleza para alardear ante los filósofos, una era en la que un luchador por la libertad como Thomas Jefferson poseía esclavos sin quebrarse por el peso de sus contradicciones intelectuales y morales.
También en nombre de la libertad y de la democracia, en julio de 1789, sólo unos días antes de la toma de la Bastilla, unos pocos plantadores de Santo Domingo se reunieron en París para pedir a la recién creada Asamblea Nacional que aceptase en su seno a veinte representantes del Caribe. Los plantadores habían obtenido este número a partir de la población de las islas, empleando rudamente las matemáticas utilizadas en Francia para calcular la proporción de representantes metropolitanos en la Asamblea. Pero casualmente habían contabilizado a los esclavos negros y a las gens de couleur como parte de la población de las islas mientras que, por supuesto, no reclamaban ningún derecho de sufragio para estos no-blancos. Honoré Gabriel Riquetti, Conde de Mirebeau, subió al estrado para denunciar las sesgadas matemáticas de los plantadores. Mirabeau dijo a la Asamblea:
¿Pretenden las colonias situar sus negros y su gente de color en la clase de los hombres o en la de las bestias de carga? (. . .)
Si los colonos quieren que los negros y la gente de color sean hombres, que liberten a los primeros; que todos sean electores, que todos puedan ser elegidos. En caso contrario, les haremos observar que al proporcionar el número de diputados de la población de Francia, no hemos tomado en consideración la cantidad de nuestros caballos, ni de nuestros mulos.
Mirabeau quería que la Asamblea Nacional reconciliase las posiciones filosóficas explícitas en la Declaración de Derechos del Hombre y su posicionamiento político en las colonias. Pero la declaración hablaba de «los Derechos del Hombre y el Ciudadano», un título que denota, como Tzvetan Todorov nos recuerda, el germen de una contradicción. En este caso el ciudadano ganó al hombre - al menos al hombre no-blanco -. La Asamblea Nacional sólo concedió seis diputados a las colonias del azúcar del Caribe, unos pocos más de lo que les hubiesen correspondido si hubiesen contabilizado sólo a los blancos pero muchos menos de si la Asamblea hubiese reconocido plenos derechos políticos a los negros y a las gentes de color. En las matemáticas de la realpolitik, el medio millón de esclavos de Santo Domingo-Haití y los pocos cientos de miles de otras colonias al parecer valían tres diputados -desde luego blancos-.
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Las dudas manifestadas en la metrópoli tuvieron poco impacto en el Caribe o en África. De hecho, el comercio esclavo se incrementó entre 1789 y 1791 mientras que los políticos y filósofos franceses estaban debatiendo más apasionadamente que nunca sobre los derechos de la humanidad.
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En resumen, a pesar de los debates filosóficos, a pesar del ascenso del abolicionismo, la Revolución Haitiana era impensable en Occidente no sólo porque cuestionaba la esclavitud y el racismo, sino también por la forma en que lo hizo. Cuando la insurrección comenzó por primera vez en el norte de Santo Domingo, una serie de autores radicales de Europa y muy pocos de las Américas hubiesen estado dispuestos a reconocer, con diversas reservas -tanto prácticas como filosóficas- la humanidad de los esclavizados. Casi ninguno extrajo de este reconocimiento la necesidad de abolir la esclavitud inmediatamente. (pag.73)
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La Revolución no sólo era impensable en Occidente y, por tanto, inesperada, sino que también -en gran medida- no fue expresada entre los propios esclavos. Quiero decir con esto que la Revolución no estaba precedida ni siquiera acompañada de un discurso intelectual explícito. Un motivo para ello es que la mayoría de los esclavos eran analfabetos y que la palabra escrita no era un medio realista de propaganda en el contexto de una colonia de esclavos. Pero otro motivo es que las reivindicaciones de la revolución eran en realidad demasiado radicales para ser formuladas antes de los hechos. Sólo podrían reivindicarse al ser impuestas por los hechos. En ese sentido, la revolución estaba realmente en los límites de lo concebible, incluso en Santo Domingo, incluso entre los esclavos, incluso entre sus propios líderes. (p.74)
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La Revolución Haitiana se expresó principalmente a través de sus hechos, y a través de su práctica política que desafió la filosofía y el colonialismo occidental. Produjo unos pocos textos cuya relevancia es evidente, desde la declaración de Louverture del Campamento Turel a la Declaración de Independencia de Haití y la Constitución de 1805." (p. 74-75)
Michel – Rolph Troulliot (2017)“La historia impensable. La Revolución Haitiana como un no- acontecimiento” en:“Silenciando el pasado. El poder y la producción de la Historia”. Editorial Comares: España.