Tomando como ejemplo el mencionado manual de cocina, publicado en 1934 por la Archicofradía Nuestra Señora del Huerto recopilamos fragmentos del prólogo realizado por el presbítero J. J. Silva, así como una receta cuyo sugestivo título permite trabajar algunos aspectos del contexto en el que se inserta:

“Prejuicios que hay que combatir

La palabra 'cocinera' suena generalmente mal… Cuando se habla de una cocinera generalmente se piensa en una persona pobre, de poca cultura, incapaz de alternar… No se concibe a una joven graduada en la Universidad, una señora 'bien' en la cocina…

En cambio, parece bien una señorita farmacéutica, nurse, enfermera, etc.

Y si fuésemos a comparar la cocina con el laboratorio, con el sanatorio, con la nursery, tendríamos que declarar que la simpática cocina, con sus cacerolas, con sus lechugas y zanahorias y con su alegre fuego, resulta más habitable y más atrayente. 

Y si se piensa que con una comida limpia, esmerada, sana y agradable, con una comida preparada por manos que aman (…) si pensamos que la presencia de la madre, de la hija, de la hermana, en la cocina puede muy bien evitar las medicinas y las visitas al médico (…) si pensamos en eso, nos parecerá muy bien el oficio de cocinera, más propio de los de casa que de los extraños, más adecuado a los que saben que a los ignorantes, más eficaz en manos de los que aman que de los que cobran…”  

Presbítero J. J. Silva. "Comida entre la religión y la moral", prólogo al libro "El consultor de la buena cocinera", p. 11. La sintaxis y subrayados son los originales.